Venga Raquel, piensa en otra cosa. El trabajo. Proyectos. Elefante rosa. ¡Mierda!
Tantos kilómetros andando sola dan para mucho. Uno creería que podrías ser capaz de resolver cada uno de tus problemas y crisis existenciales en poco más de dos días. Pero no.
Porque esas pequeñas cosas en las que no nos apetece pensar, que quizás son más superficiales pero son esas típicas ideas o situaciones que representamos una y otra vez en nuestra mente, son las que más aparecen a lo largo de las horas. A veces, de hecho, son las únicas.
¿Te has preguntado alguna vez por qué no puedes parar de pensar en alguien (tu ex, alguien que te gusta… etc) o de recrear una situación en tu cabeza una y otra vez? ¿O de por qué justo cuando no quieres pensar en algo en específico (como el examen de la semana que viene o la discusión de ayer) es todo cuanto haces?
Pues sí amiga, no estás loca ni te estás intentando llevar la contraria constantemente. Tu cerebro te la está jugando.
Hablando con Jen (una mujer con la que caminé en mi #Reto620 por Portugal) descubrimos que las dos teníamos el mismo monotema en mente a lo largo del día anterior a conocernos, y que ambas nos sentíamos estúpidas por ello. No tenía ningún sentido que un elefante rosa rondara nuestra cabeza, ¡teníamos cosas mucho más importantes en las que pensar!
Como puedes imaginar, no hablo de elefantes. Pero en esta ocasión sí que hablaremos de ellos y de por qué fracasamos al intentar no pensar en algo (o alguien) desde el mismo principio en el que lo decidimos.