La semana pasada, en la parte I, hablábamos del hecho de que, efectivamente, una buena alimentación está relacionada con una mejor salud mental y mayor autoestima. Pero todavía quedaba la duda de:
¿Qué diablos es eso de “comer sano”?
A día de hoy la información ha sido manipulada de tantas maneras que parecemos pollos sin cabeza intentando averiguar qué teoría sobre cómo debería de ser la alimentación es la correcta y con qué dieta perderemos más kilos para la operación bikini de este año. Sin dejar la cerveza, claro…
Pero la verdad es esta: LAS DIETAS NO FUNCIONAN.
Atkins, Detox, Weight Watchers, dieta de arroz, pollo y manzana… Solo son maneras de jugar con los macronutrientes y en las calorías sin fijarse realmente en cuál es la raíz del problema, sino en poner un parche que dé la sensación de que funciona.
En cambio, una vez empiezas a alimentarte con comida real, todos los atracones, los cambios de humor, la sensación de fracaso inherente a todas esas “dietas”… simplemente desaparecen. De modo que voy a intentar contarte mi opinión sobre todo cuanto he leído, estudiado y experimentado en mi propio cuerpo sobre lo que es COMER BIEN.