Yo tengo una norma: cuando todo el mundo es el problema, es que el problema eres tú.
Y en el caso contrario ocurre lo mismo.
No somos tan malas ni tampoco somos tan buenas. Simplemente somos. Pero nos pasamos la vida comparándonos con las personas a nuestro alrededor.
Gastamos muchísimo tiempo y pensamiento en analizar a los demás y compararnos con ellos. Y es un círculo vicioso, porque por un lado nos castigamos porque no somos tan X como el otro, o nos consolamos porque nosotras tenemos algo que el otro no. Si somos mejores o peores dependiendo de la persona a la que tengamos al lado, entonces cuando estamos solas… ¿qué somos?
Y hoy quiero romper una lanza por simplemente ser. Ni más ni menos. Por permitir que los demás sean tan imperfectos como nosotras y aprovechar las diferencias para aprender algo nuevo, por dejar de sentirnos pequeñitas porque en comparación con este o aquel, “no valemos nada”.
Te propongo la revolución del YO.
¿Que qué diablos es eso de “la revolución del YO”?
Muy sencillo. Es dejar de querer parecernos a un ideal imposible, es dejar de juzgar a los demás por ser quienes son o cómo son, y no necesitar que alguien nos diga lo especiales que somos para saberlo.
Porque todo esto de las comparaciones constantes, sinceramente, está abocado al fracaso. Cuando lo haces estás diciendo que no, no aceptas tus fallos y no, no te terminas de creer tus virtudes. Es el camino perfecto hacia una autoestima voluble si no inexistente.
Además, alimentar tu ego de los fallos ajenos no solo será una sensación extremadamente efímera, sino que además, en parte, te sentirás culpable por haberlo hecho. Si existe el win-win, te aseguro que este es un lose-lose.
Photo by Soragrit Wongsa
El otro día mi madre y yo estábamos viendo la tele cuando una mujer salió y en la parte de abajo de la pantalla anunciaban su edad. Mi madre, inmediatamente, me dijo “¿48 años? ¡Madre mía! Yo estoy mucho mejor con 54, ¿a que sí?“
La miré y no supe si decirle lo que quería escuchar o darle una charla sobre algo que ella en realidad ya sabe: que eso no le aportaba nada.
Y esto es algo que hacemos a diario, de forma inconsciente a veces, convencidas de que es lo normal y que “todo el mundo lo hace”.
Andamos por la calle y nos fijamos en esa, que mira qué celulitis tiene, y aquella, que ojalá tuviera yo esa piel. O en nuestras relaciones con otras personas, alabamos la forma de hablar de alguien o las cosas interesantes que tiene que contar, o juzgamos a otra porque no para de fanfarronear, qué pesada!
Como si el hecho de que alguien sea mejor o peor en algo vaya a cambiar lo buenas o malas que seamos nosotras en ello.
Pero no nos damos cuenta de que continuar con estas comparaciones supone hacernos diminutas, insignificantes sin tener alguien al lado, y total y absolutamente dependientes de esa validación emocional.
Nos lleva a dudar de nosotras mismas constantemente, a necesitar de otro para asegurarnos de que lo que estamos haciendo está bien y a sentir que, en realidad, la persona que somos no es lo suficientemente buena.
Personalmente toda mi vida se ha basado en la opinión que el otro tenía de mí. Yendo aún más allá, mi amor propio se basaba en el amor de los demás hacia mí, en especial mis parejas. Por lo tanto, cuando la relación terminaba, al no tener un espejo en el que mirarme, me volvía una especie de vampiro sin reflejo. Estaba vacía porque él ya no estaba. YO ya no era NADIE. Fin de la historia.
Y aun a día de hoy me encuentro a veces sintiendo que necesito que alguien me diga guapa o me dé cariño, o que me recuerden lo fuerte/valiente/[insertar cumplido del que nos sentimos inseguras] que soy. Pero por difícil que sea a veces, yo soy la encargada de decirme todas esas cosas, incluso de darme cariño.
Nadie más puede ni debe tener la responsabilidad de hacerme feliz o de hacerme sentir bien en mi propia piel.
NADIE SALVO YO.
Por eso te propongo algo: decide ser tú. Sin él. Sin ella. Sin más.
Decide ser suficiente tal y como eres, porque cuando lo hagas, sentirás que el resto de personas a tu alrededor también lo son, y les darás permiso para aceptarse a su vez a sí mismos.
Decide no ser una más, porque no lo eres.
Eres única, bonita e imperfecta.
Sin más.
¿Te ha gustado este artículo? Deja un comentario y cuéntame qué te ha parecido 🙂
Ana María dice
Estoy todavía en no Juzgar a nadie aunque a veces. Me resulta un poco difícil. A mi siempre me an. Considerado la mala y la jodia. Yo no soy nada de eso doy más. De lo que mudan a mí. Aunque no me arrepiento de lo que doy
Vanessa dice
Muy cierto y sueña bonito pero conmigo siento que me cuesta mucho dejar de quejarme y compararme todo el mundo fluye y yo no donde mismo
Raquel F. dice
Hola Vanessa!
Es normal, si lo piensas, son costumbres que llevamos haciendo toda nuestra vida sin siquiera darnos cuenta!
Cambiarlo es mucho trabajo y sobre todo, mucha conciencia sobre ello. Ver que lo estamos haciendo y repetirnos a nosotras mismas “no importa lo que esta persona sea o no, yo soy suficiente, soy yo, y punto”.
Ten paciencia contigo misma!
Un abrazo!
Marta dice
Hola! Me ha recordado mucho a lo que hablamos. Aunque me guste como soy, no pienso que sea suficiente. Y también me pasa con todas mis parejas.
Tendré que aprender, que “soy suficiente, sin más”.
Gracias por tu post!
Raquel F. dice
Gracias a ti por leerme, ¡bonita! ^^
Fernanda dice
Me gustó mucho tu artículo!! Yo me siento fea, a pesar de que siempre me echan piropos, me dicen que soy bonita, pero no me siento para nada así. Siento que no puedo nada en la vida, que me cuesta hacer las cosas más que los demás! Encontré a alguien hace dos años y me sentía segura con esa persona, pero mi baja autoestima lo terminó todo. Ahora que me ha dejado siento que no puedo seguir. Me siento peor de insegura y tengo el autoestima por el suelo, no sé qué hacer!! Hasta deje mis proyectos a mitad. Yo era más bonita y joven que mi pareja y aún así, me dejó.
Raquel F. dice
Hola Fernanda! Muchas gracias por tu comentario 🙂
Creo que tienes que dejar de contarte esa historia que te deja por debajo de todos los demás! Estoy totalmente segura de que no es cierto.
Además, tu seguridad y tu felicidad no puede depender de otra persona, piensa en lo injusto que es eso! Tener la responsabilidad de la seguridad y felicidad de otra persona… es demasiado. Bastante tenemos con la responsabilidad de la nuestra propia! Es algo que pone mucha presión sobre alguien y es normal que al final no puedan seguir haciéndolo.
No creo que te dejara por que no fueras lo suficientemente bonita ni joven ni nada del estilo, todo eso es superficial. Si estuvo contigo es porque le gustabas, pero a veces el amor se va y las personas necesitamos otras cosas. Quizás debas de utilizar esta oportunidad (por difícil que sea) de estar sola para darte todo ese amor y cariño que antes le demandabas a tu pareja, porque tienes que ser tú quien te lo dé.
Un abrazo Fernanda!
Raquel.
Heise dice
Acabo de leer este post, me ha encantado! A pesar que ya llevo un tiempo trabajando en ser yo, sin poner mejores o peores a mi alrededor, creo que esto me ayudara mucho.
Raquel F. dice
Muchísimas gracias Heise por tu comentario 🙂
Enhorabuena por el trabajo personal que haces contigo misma y sigue así!
Un abrazo,
R
natacha dice
Genial