¿No te toca la fibra que la felicidad no dure tanto como te gustaría?
¿Que de repente algo ha sucedido y te ha estropeado el día?
Lo he estado pensando y creo (cuidado que aquí me pongo bruta) que esto de la felicidad es como un orgasmo: nos encantaría poder sentir ese subidón de endorfinas constantemente, pero solo dura unos momentos y luego puf, se fue.
Y es que queremos hacer estables las cosas que no lo son, seguras las cosas que son inciertas y duraderas las que son efímeras. Y todas las emociones son transitorias, temporales, por lo que aferrarnos a ellas solo nos conduce a una frustración aun mayor porque choca con nuestras expectativas.
De modo que, chicas: hablemos de orgasmos eternos y felicidades utópicas, y de por qué tenemos que dejar de buscarlos para ser precisamente eso, felices.
Hemos crecido con la idea de que una vez cumplidos ciertos requisitos de la vida, seremos felices y comeremos perdices (no hace falta príncipe para esto, a pesar de la creencia popular). Entonces la vida llega, coge nuestro ingenuo optimismo, lo arruga como una bola de papel y se ríe como diciendo “¿pero es que no te han explicado qué es este sitio antes de entrar?”
Si la felicidad consistiera en solo sentir paz, tranquilidad y armonía, todo sería más fácil. Pero lo importante es saber gestionar todas nuestras emociones y trabajar con ellas, no para que se vayan antes o se queden más tiempo, sino para dejarlas simplemente estar.
Al aceptarlas, dejan de ser un problema para convertirse en lo que realmente son: un estado transitorio.
Una vez, una monja budista me dijo:
“Cuando me enfadaba o estaba triste, solía frustrarme porque no podía quitarme esa sensación de encima. Entonces me empecé a centrar en la emoción y le dije: si quieres quedarte para siempre, puedes hacerlo. En el momento en el que estuve en paz con la emoción, empezó a disiparse hasta desaparecer.”
Seamos sinceras, a estas alturas ya sabes que en la vida te ocurrirán muchísimas cosas que no podrás controlar y que no eres físicamente capaz de estar alegre y contenta las 24 horas del día. Y si no lo sabes, como poco te lo imaginas aunque no quieras verlo del todo.
El problema no son las emociones negativas, sino nuestra manera de lidiar con ellas.
Es muy fácil SENTIR cuando todo va bien y estamos contentas, pero no nos permitimos hacerlo tanto cuando las cosas se tuercen. Luchamos con uñas y dientes para eliminar ese estado en el que nos encontramos, porque está muy mal visto ser vulnerable y tener un mal día, ¿no?
Pero, ¿y si en lugar de coger el machete cuando tenemos una emoción negativa, la aceptáramos tal y como es?
Tenemos que partir de una base innegable, nos guste o no: todas las emociones son temporales. Tanto las buenas como las malas.
Al esperar que las buenas duren para siempre y que las malas no duren apenas un segundo, estamos preparándonos para un fracaso asegurado. Y esa frustración es la que nos mantendrá estancadas en la mierda que tanto queremos evitar sentir. Irónico, ¿verdad?
Así que este es mi consejo para ti:
Haz las paces con tus emociones, con las buenas, las malas y las peores.
Todas son tuyas y todas, sin excepción, terminarán en algún momento.
Al fin y al cabo, los orgasmos de las mujeres pueden durar una media de 11 segundos… 11 maravillosos e irrepetibles segundos que, alargados en el tiempo, nos dejarían hechas un trapo y probablemente nos terminarían dando un ataque al corazón.
Ya sabes lo que dicen: lo bueno, si breve… 🙂
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