La semana pasada, en la parte I, hablábamos del hecho de que, efectivamente, una buena alimentación está relacionada con una mejor salud mental y mayor autoestima. Pero todavía quedaba la duda de:
¿Qué diablos es eso de “comer sano”?
A día de hoy la información ha sido manipulada de tantas maneras que parecemos pollos sin cabeza intentando averiguar qué teoría sobre cómo debería de ser la alimentación es la correcta y con qué dieta perderemos más kilos para la operación bikini de este año. Sin dejar la cerveza, claro…
Pero la verdad es esta: LAS DIETAS NO FUNCIONAN.
Atkins, Detox, Weight Watchers, dieta de arroz, pollo y manzana… Solo son maneras de jugar con los macronutrientes y en las calorías sin fijarse realmente en cuál es la raíz del problema, sino en poner un parche que dé la sensación de que funciona.
En cambio, una vez empiezas a alimentarte con comida real, todos los atracones, los cambios de humor, la sensación de fracaso inherente a todas esas “dietas”… simplemente desaparecen. De modo que voy a intentar contarte mi opinión sobre todo cuanto he leído, estudiado y experimentado en mi propio cuerpo sobre lo que es COMER BIEN.
A los 20 años me mudé a Londres, dejé de hacer deporte y me alimentaba a base de la comida de mi trabajo (Starbucks, yay…). Poco a poco empecé a notar como mi cara se cubría de molestos granitos, me salían erupciones en la piel y los pantalones cada vez me estaban más y más pequeños.
Un día decidí pesarme, y para mi sorpresa (porque aunque lo sabes, no quieres verlo) había engordado 12 kilos en apenas seis meses.
Y no eran kilos de músculo, precisamente.
Al haber dejado también de hacer deporte, mi masa muscular había decaído y mi porcentaje de grasa corporal daba miedo.
De modo que quise empezar a “comer bien”. Me hacía ensaladas de pasta, compraba productos con etiquetas rosas y que clamaban ser “light”, galletas de fibra, y salía a correr de vez en cuando. No solo mi báscula se negaba a que el número que marcaba se redujera, sino que llegó a subir 2 kilos más.
79 kilos de Raquel son muchos kilos.
Fue entonces cuando decidí que si iba a aprender a cuidarme, tendría que empezar por cuestionarlo todo. Empecé a estudiar y me di cuenta de que llevaba demasiados años creyéndome patrañas sobre la pirámide alimenticia y haciéndolo todo mal.
Resulta que en el mundo de la salud alimentaria, a ojos mediáticos, nos hemos desviado un poco. Hemos subestimado el poder de Don Dinero, que siempre sabe dónde meter la mano para que las cosas se inclinen hacia uno u otro lado de la balanza.
De hecho, sin ir más lejos, por lo que parece en los años ’60 varias empresas se encargaron de pagar muchísimo dinero para que unos estudios que indicaban una relación entre el consumo de azúcar y los problemas de corazón dijeran algo diferente. De hecho, en el informe final el azúcar no aparecía en absoluto.
Pero había que encontrar otro culpable, por supuesto… ¿Sabes de toda esa guerra que se ha llevado a cabo durante décadas contra las grasas? ¿Eso de que si sigues comiendo grasa te dará un ataque al corazón? Ups! Nos la han colado durante más de 50 años.
Otra cosa curiosa que descubrí es que a día de hoy, casi todos los estudios de viabilidad de los nuevos alimentos(que indican si un alimento es apto y no dañino para el ser humano) se fundan por la propia empresa. Es decir que el proceso es así: yo tengo un producto nuevo que quiero sacar al mercado. Pago de mi bolsillo a un laboratorio para que lo analicen y éste, “casualmente”, no encuentra nada malo con mi producto. Le llevo los resultados a las autoridades pertinentes que no estudian mi producto sino mi propio informe y hala… ¡al supermercado!
Fuente: Documental Hungry For Change
Ya nos había pasado con el tabaco (años negando que era adictivo pero cada vez añadiendo más nicotina) y ahora pasa con la comida.
“Pero Raquel, ¿no tendríamos que seguir la pirámide alimenticia, que para eso está?”
Pues llámame escéptica, pero una pirámide alimenticia hecha por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, cuyos colaboradores y patrocinadores son empresas como Coca-cola, Cuétara, Kellogg’s o Danone… Bueno, digamos que me hace preguntarme si quizás eso del Actimel, los cereales por la mañana y las galletas con dinosaurios dibujados, no es tan buena opción como cuentan.
En cambio, no hablan del hecho de que se ha comprobado que el gluten puede provocar impermeabilidad del intestino (no solo es un problema para los celíacos), de que el MSG, presente en muchísimos alimentos, provoca adicción, o que los alimentos procesados (como algunos de los que aparecen en esa maravillosa pirámide) están directamente relacionados con la diabetes, hipertensión, problemas cardíacos y cáncer.
Así que, vamos a intentar centrarnos: ¿Qué es un alimento híperprocesado?
Se trata de un producto (que no un alimento en sí) que prácticamente no contiene alimentos naturales, sino que está lleno de azúcar, siropes, grasas trans y, por supuesto, muchísimos ingredientes químicos.
Un alimento real, por otra parte, se trata de comida que, por norma general, podías encontrar antes de que existieran los supermercados por todas partes. Es decir, algo que ha estado vivo o ha crecido de la tierra. Juan Revenga lo muestra muy bien en esta tabla.
Fuente: http://juanrevenga.com/2015/09/arbol-de-decisiones-para-distinguir-rapidamente-comida-de-lo-que-no-lo-es/
En definitiva, puedes comer alimentos reales, sin procesar y que en la parte de “INGREDIENTES” solo hay escritos uno o dos, o puedes comer ideas de alimentos con un montón de letras y números y palabras que no entiendes.
No busco que pierdas miles de kilos y hagas dietas en las que pasas hambre y comes dos hojas de lechuga al día. Lo que quiero es que VIVAS, que seas tú misma y que tengas toda la energía que necesitas para hacer lo que quieras.
Cuando dejé de hacerme ensaladas de pasta y alimentos integrales como “solución” y tras mucho investigar (aunque aún me queda muchísimo que aprender), me di cuenta de varias cosas sobre mi alimentación:
- Si no sé cómo algo se ha hecho o no conozco los ingredientes, lo evito en medida de lo posible.
- Cuando tengo un capricho, hago la alternativa. Si tras varios días aún lo quiero: me lo como.
- Los huevos son un súperalimento. El mito del colesterol está 100% desmentido.
- La grasa no es mala. Cómo han tratado al animalito que la tenía, por otra parte, puede afectar en cuanto a su calidad. Gasta más en comprar buenas carnes y pescados.
- El alcohol, si puedo tomarlo una vez a la semana como máximo, mejor.
- El azúcar es adictivo. Mejor usar miel, dátiles o polialcoholes como el xylitol.
- El gluten no me aporta nada positivo. Hay mil alternativas para “panes” y “pasta” que puedo hacer en casa.
- Todas mis comidas tienen que tener proteína y grasa (como aguacate, aceite de oliva o grasa animal) SÍ o SÍ.
Como ves, no soy una chica fit perfecta que no tiene ni un ápice de grasa, pero lo que sí soy es una mujer con un cuerpo fuerte y funcional, y orgullosa tanto de mis músculos como de cada estría y centímetro de celulitis.
Sé que me he liado un poco esta vez, pero es porque quiero que tomes conciencia de tus decisiones. Comer de una forma mucho más sana te llevará a mayor seguridad en ti misma, a estar en control y ser más independiente. Como ya te dije la semana pasada, creo firmemente que parte de ser dueña de una misma empieza por saber qué te llevas a la boca.
¿Te ha quedado alguna duda o quieres decirme qué te ha parecido el artículo?
¡Deja tu comentario y te responderé lo antes posible!
iraima dice
si no me da tiempo de prepar la merienda saludable, que puedo comer?
Raquel F. dice
Hola Iraima!
Pues de merienda puede ser frutos secos, chocolate por encima del 85%, pimientos crudos, (sé que no suena bien pero a mí me gustan mucho y tienen cierto dulzor), aguacate, jamón serrano, queso… Yo siempre intento elegir un día para cocinar y tener cosas disponibles, pero en caso de que no, tiraría por algo así 🙂
Cristina dice
Gran reflexión!. Gracias por tu aporte.. Un cambio de alimentación es un gran reto pero poco a poco se consigue
Ninisbeth dice
Excelente!!! Muchas gracias por estos aportes y consejos que das. Me encanta cómo argumentas cada cosa que dices. Saludos desde Venezuela. Comenzaré a seguirte =)
Raquel F. dice
Muchísimas gracias!
No sabes lo que esas palabras significan para mí 🙂