Ya llevo más de 15 días en el Camino y estoy aprendiendo mucho de mí misma. Pero no lo suficiente.
Porque nunca lo es.
De alguna forma, hagamos lo que hagamos nos las apañamos para ser los jueces más severos de nuestra propia vida y nos olvidamos de tener la paciencia y amabilidad suficientes para darnos apoyo cuando más lo necesitamos.
Nos han enseñado que hay una fórmula para la felicidad desde que somos pequeñas, y cuando lo conseguimos y nos damos cuenta de que no es suficiente y de que no somos tan felices como se suponía, llegamos a la obvia conclusión de que el fallo somos nosotras.
Pero, ¿y si encontráramos la manera? ¿Y si nos diéramos cuenta de que ser perfectas y hacerlo absolutamente todo bien es físicamente imposible? ¿Y si cuestionamos todo aquello que nos han contado sobre cómo ser feliz y creamos nuestra propia fórmula?
Si lo intentamos, quizás podamos.