Es muy fácil quedarnos enganchados en relaciones que no tienen futuro.
Incluso una vez tomada la decisión (ya sea por ti o por la otra persona) parece que cuesta muchísimo aceptar que lo que sea que hubo entre vosotros, ya no está.
El primer error que cometemos es el de intentar ser amigos desde el minuto 1 de la ruptura.
A no ser que a ambos se os haya acabado el amor y que tengáis claro al 200% que no queréis continuar vuestra relación romántica, mantener el contacto sólo va a conseguir que las conexiones cerebrales que se crearon al iniciar la relación continúen encendiéndose como luces de feria y que sea difícil sino imposible pasar página.
El segundo es en realidad una extensión del primero, donde no sólo intentamos mantener una relación de amistad sino que contamos con esta persona para nuestros malos momentos y le utilizamos de apoyo.
Si tu ex es tu mayor apoyo, lo más sencillo es que pasen dos cosas: 1 que no esté ahí para ti tanto como te gustaría, o 2 que además de estar ahí en ese sentido, también desees que continúe en tu vida como pareja (o si tú estás segur@ de la ruptura y el otro no, que se piense que de esta forma es imprescindible para ti y siga enganchado a la posibilidad de volver junt@s).
En tercer lugar, lo cierto es que si no hemos sanado la ruptura y estamos en un constante de lloros, lamentos y días de m*erda, retomar la relación no es una decisión consciente sino una necesidad.
Tu cerebro piensa: ok, me duele que esta persona no esté. Solución, que esta persona esté.
Tan simple como eso.
Y ¿cómo podemos hacerlo? Porque es muy fácil decirlo desde fuera y seguro que estás hasta los mismísimos de que te digan “simplemente no le hables, y punto. Joder, ¡no es tan difícil!”.
Pues sí, sí es tan difícil porque lo que tienes es mono de esa persona (sí, cual yonki adicto a la droga) y cualquier tipo de contacto es como un parche de nicotina. Así que la idea de hablarle para preguntar cómo está o decirle que tienes que devolverle el cepillo de dientes que se dejó en tu casa suena de lo más tentador.
A lo largo de los años y las rupturas que he sufrido en mis carnes (como absolutamente tod@s), he aprendido de lo que me ha ido bien a mí como persona dejada y como persona que deja.
Y estos son los puntos más importantes a la hora de aguantar las ganas locas de hablarle a tu ex:
- Elimina o esconde los rastros de la relación.
No es nada fácil superar una ruptura con fotos y vídeos rondando por ahí. En tu cerebro es el equivalente a verle. Así que guárdalo todo en un cajón (o en una carpeta de tu ordenador que diga “NO MIRAR”) y quítalo de tu vista. Esto incluye las conversaciones de Whatsapp también. Elimínala para dejar de sentir un vuelco en el estómago al ver su nombre y parar de una vez de releer las últimas conversaciones y/o ver si está en línea. Eso por no decir que te invita a pensar en más excusas para hablarle. Y admitámoslo, de esas te sobran. - Pide a tus amigos que no te pregunten sobre él/ella ni te cuenten lo que saben.
La típica pregunta de “¿Y qué tal con x?” implica que esta persona sigue en tu presente y en tu vida. Aunque lo hacen porque les interesa tu bienestar, no es nada productivo. Sabes que si quieres hablar de tu ex, vas a hacerlo sin que te pregunten, así que no necesitas ayuda para sacarlo a colación.
¿Y todo eso de “el otro día le vi, estaba bien” o “le vi con no sé quién de la mano”? FUERA. Lo cierto es que tu ex puede hacer lo que le dé la real gana ahora que ya no estáis junt@s, y tener toda esta información sólo va a hacerte daño, torturarte, y en el peor de los casos, hacerte hablarle para pedirle unas explicaciones que no te debe. Tu ex es tema vetado, que todo el mundo lo sepa. - Utiliza el condicionamiento para tu beneficio.
Dentro de un tiempo podrás recordar a tu ex y vuestra relación, sonreír y pensar en lo afortunad@s que fuisteis al vivir algo tan bonito. Ahora mismo eso es inútil si lo que quieres es superarlo, ya que haces que en tu cerebro la conexión sea que pensar en tu ex te hace sentir bien. Busca algo que no te guste de esa persona: un lunar que no te gusta, tiene poco pelo, es mal@ en la cama… lo que sea. Resúmelo en una o dos palabras y cada vez que pienses en esa persona, trae a tu cabeza eso que no te gusta. Es hora de que tu cerebro se entere que tu ex no es buen@ para ti. - Busca algún referente y ponlo como si fuera su apellido en tu móvil.
Tod@s conocemos a alguien que lidia de p_t@ madre con las rupturas y lleva sus relaciones de una manera sana. Quizás no le conozcas bien, puede hasta ser un/a famos@, da igual, pero lo hace bien y tú no te explicas cómo diablos lo consigue. Utilízale de ejemplo. Piensa que si él/ella puede, tú también. Haz que su fuerza de voluntad se convierta en la suya y pregúntate “¿qué haría x?” cada vez que vayas a hablarle. ¿La mejor forma de hacerlo? Poner su nombre al lado del de tu ex en tu lista de contactos como si fuera su apellido.
¿Qué te ha parecido el artículo de hoy? ¿Te ha pasado alguna vez que te cuesta horrores no hablarle a tu ex?
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