No hacer lo que queremos porque no sabemos cómo es una gilipollez.
Al fin y al cabo, nadie nació omnisapiente y para aprender, primero tenemos que intentar. A veces es con instrucciones teóricas del cómo. Otras con alguien al lado llevándonos de la mano y diciéndonos el paso por paso. Y otras, simplemente, sin tener ni puta idea.
Pero aunque llevemos toda a vida viendo que realmente no sabemos cómo hacer las cosas hasta que lo sabemos, nos encanta utilizarlo como excusa para no intentar hacer lo que queremos.
Lo que sucede en estos casos es que volvemos a cuestionárnoslo todo: “¿seré lo suficientemente list@?”, “¿estoy realmente preparado para ello?”, o, cuando ya te pones modo destroyer, “¿fracasaré como en todo lo demás?”
Ya ves, nos ponemos en lo peor simple y llanamente porque tenemos miedo. Vivimos tan asustados de la realidad como de nuestro propio potencial, y al final nos estancamos en el cómo una y otra y otra vez. Sinceramente, con lo difícil que es averiguar lo que quieres conseguir, quedarnos atascados en el cómo me parece una falta de respeto hacia nosotros mismos.
Y aunque lo tengo tan claro (o al menos, eso creo), yo también tengo mis momentos. Esos momentos de crisis y embotamiento mental en los que todo parece ir mal y sientes que has estado andando en círculos, cansándote pero sin conseguir absolutamente nada.
En esos casos, lo único que te queda hacer es tener la cabeza lo suficientemente asentada para saber que quizás hoy no es el día para averiguar cuál es el siguiente paso, pero mañana o pasado sí lo será.
No permitas que una crisis temporal te haga tirar por la borda una idea que puede ser una genialidad.
Si te ha gustado y tú también eres de los que sufre parálisis por análisis o de los que ha conseguido salir de ella, ¡cuéntamelo en un comentario!
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