Sé sincera, ¿cuántas veces, sin importar cuál fuera la situación previa en la que te encontrabas, de repente has conocido a alguien y todo se ha vuelto fantástico y maravilloso? Los colores son más vivos, tienes una historia que contar y alguien en quien pensar cada noche cuando te vas a dormir. De golpe, tu vida es genial, vomitas arcoiris, y todas tus preocupaciones se han convertido en menudeces.
Y aunque no pretendo quitarle mérito a esa personita aparentemente brillante que ha aparecido en tu vida de forma tan casual que parece que sea por razones cósmicas y porque Neptuno se ha alineado con Saturno, lo cierto es que ya no piensas en tus necesidades, en lo que te preocupa, en tu pasado… Esas cosas sobre las que habías estado reflexionando se quedan atrás porque tienes algo nuevo sobre lo que pensar. Sin darte cuenta, empiezas a pasar un montón de tiempo con ese alguien especial (probablemente demasiado), descuidas a tus amigos y, lo peor de todo, te descuidas a ti.
Y cuando la vomitona de arcoiris del principio termina, te das cuenta de que tus problemas siguen exactamente donde los dejaste; pero tú no entiendes cómo no eres feliz si ya tienes lo que todas las comedias románticas te han dicho que necesitas: una relación.
Entonces, ¿cómo saber si es algo real o una mera distracción de nuestro propio drama personal? ¿Cómo distinguir entre la necesidad de cariño y validación con lo que los románticos como yo llamaríamos amor? Hoy te cuento mis reflexiones sobre cómo las relaciones pueden ser una válvula de escape de nuestros problemas y cómo evitarlo para ser más felices con nosotras mismas y con nuestras parejas.
He estado pensando mucho sobre todo esto últimamente, porque mi vida lleva un mes siendo algo caótica. No termino de encontrar mi lugar y varias situaciones algo extremas en mi familia me han empujado a un estrés casi desorbitado que no he sabido manejar tan bien como me gustaría. (Lee más en el post de la semana pasada sobre superar una gran crisis emocional)
PERO.
Había conocido a alguien.
Qué bonito eso de que una persona te haga sentir como que tus mierdas no huelen tan mal, ¿verdad? El problema es que si no la limpias, la situación se va a volver mucho más asquerosa (disculpad que sea tan gráfica, ya me conocéis: un poco bruta).
De modo que bailaba de puntillas sobre el caos de mi vida y me acercaba a la posibilidad de una nueva relación. Pensaba en él tanto que escribí un artículo sobre elefantes rosas (échale un ojo, no tiene pérdida) porque parecía imposible sacarle de mi cabeza. Y poco a poco me he dado cuenta de que pensar tanto en tonterías como si le veré mañana o si esto va a “alguna parte” en lugar de dejarlo fluir y disfrutarlo, ha sido la jugada más grande que mi cerebro ha hecho jamás para distraerme del hecho de que estaba más perdida que un pulpo en un garaje.
Muchas de vosotras me comentáis que estáis con vuestras parejas pero no os sentís felices del todo o sentís que esa persona no os da todo cuanto necesitáis y no os explicáis cómo no sois felices si lo tenéis todo. Os centráis en si es que esa persona ya no os quiere o si quizás el fallo es vuestro por ser tan inseguras/celosas/(adjetivo peyorativo a elegir). Y todas hemos estado ahí, preguntándonos qué hemos hecho mal. Pues bien, he aquí mi hipótesis:
¿Y si el fallo está en que no hemos hecho nuestros deberes y se lo hemos echado todo encima a la relación?
Convivir con alguien es un trabajo que requiere mucho esfuerzo y dedicación. Pero para dejar a la otra persona conocernos debemos conocernos a nosotros mismos primero. La experta Hayley Quinn al hablar de su caso personal decía:
“Con tal de no sentir todo aquello que me dolía o en lo que no quería pensar, podía tener una cita cada día de la semana, no fuera a ser que pasara la noche sola y tuviese que enfrentarme a mis necesidades.”
Y a eso es exactamente a lo que voy.
No te voy a decir que dejes a tu pareja y te vuelvas una ermitaña de las relaciones, pero quizás sí que ha llegado el momento de volver a vivir contigo y no solo con la otra persona. Si tienes falta de afecto, por ejemplo, quizás sea porque la otra persona no es nada cariñosa, pero también puede ser porque la que no se está dando ese amor eres tú misma y como no sabes bien cómo hacerlo, se lo exiges a él/ella.
Poner sobre los hombros de una relación o de otra persona nuestra felicidad es una carga que jamás deberíamos de poder dar. Más que nada porque NO FUNCIONA.
Y antes de que saques las conclusiones equivocadas: no, no quiero decir que si esto te está sucediendo significa que la persona con la que estás sea SOLO una distracción. Quizás pueda ser algo más. Quizás pueda ser amor. Pero antes debes de volver a ser la protagonista de tu historia y pensar en tus necesidades sin incluir al actor secundario en escena.
Porque si basas tus sentimientos en lo que la relación te aporta como válvula de escape, es posible que en realidad no estés llegando a conocer a la persona realmente, y termines enamorada de una idea y unas expectativas que el otro jamás podrá llegar a alcanzar.
De modo que te voy a poner los mismos deberes que me he decidido poner a mí misma. Cada noche piensa en tres cosas que te gustan de ti o de lo que has hecho en el día de hoy. Luego, piensa en algo que te gustaría hacer mañana, algo que te incluya solo a ti. Puede ser leer un libro, escribir, pintar, cocinar, pasear, darte una ducha de 45 minutos… Lo que sea, y procura hacerlo al día siguiente. No te preocupes, puedes repetir. De hecho, hay ciertos hábitos que está bien tener todos los días, así que, ¿por qué no? Solo aprende a disfrutar de ti misma y de tu compañía.
Cuando empieces a pensar en esa persona (porque es inevitable), coge el pensamiento con toda la amabilidad que puedas y échalo a un lado diciendo “gracias, pero lidiaré contigo mañana, ahora estoy ocupada conmigo misma.”. Me da igual que tengas que hacerlo 28 veces en una misma noche. Pero hazlo.
No sé tú, pero yo tengo ganas de centrarme en mí y encaminarme a la persona que puedo ser.
¡Ya te contaré si a mí me funciona!
Y tú, ¿qué opinas? ¡Cuéntamelo en un comentario!
Laura Daniela dice
Sublime!! Me ha encantado el post. Es justo a la conclusión que he llegado estos últimos días, así me ha ayudado a asentar un poco más. Me ha ayudado el libro: las mujeres que aman demasiado. Aurora: Robin Norwood.
Gracias por compartir tus experiencias ??
Raquel F. dice
Muchas gracias a ti por tu comentario y tu recomendación!
Un abrazo!
EM dice
Hola Laura.
Todas las palabras implícitas en esté post son totalmente correctas y coinciden completamente con mis ideas, y tenes razón; sin embargo “porque ver amabas vidas por separado, si vivimos todos en una”, a pesar de que el hombre y la mujer se carácterizan o etiquetan tanto entre sí, están hechando la idea de lado, que les permite ver en el interior entre cada uno, pudiendo ponerse de acuerdo y entenderse en completa simetría; lo que intento decir es que el hombre y mujer son iguales tal para cual. Hay hombre y mujer que son diferentes, sus personalidades, características, entre ellas/ellos, y ésto resulta coincidir entre ambos géneros.
Hoy en día, la relación entre el hombre y la mujer está muy peleada y sin importar que tan diferentes se crean, puedo asegurar que ambos son completamente iguales.
“A mí me pasa casí exactamente lo implícito en tú post, y necesitaba responder a esa incógnita que me tenía loco. El método experimental me sirve muchísimo, igual esperó algún día encontrar el “amor verdadero”, muchas gracias”.
Leonardo dice
Buenisímo post!!!!!! Nos cuesta entender y comprender, que nuestra felicidad no depende de otra persona.
Raquel F. dice
Hola Leonardo!
Exacto 🙂 Me alegro mucho de que te haya gustado el artículo! <3
Kar dice
Hola Raquel, me ha encantado tu artículo.
La clave la resumes muy bien en la frase “y si el fallo es que no hemos hecho nuestros deberes y se lo hemos echado encima a la relación?”… Creo que hoy en día estamos tan desconectados de nosotros mismos y tan volcados en superficialidades que no sabemos como cuidarnos, querernos, respetarnos, y como tenemos esa falta de tanto, esperamos que la otra persona lo haga todo, generamos expectativas imposibles y enfermizas.
Se nota muchísimo el cambio en tu vida y en tus relaciones cuando dejas que todo fluya, sin expectativa y confiando en el proceso.
🙂
Raquel F. dice
Hola Kar!
Me alegro de que te hayas visto identificada en el artículo y que te haya gustado!
Estoy totalmente de acuerdo contigo… Pero con un poco de suerte, estamos en el buen camino para hacerlo mejor a la próxima… 🙂
Un abrazo!
R