Todos somos lo que vivimos. Pero hay momentos que destacan sobre todos los demás.
Hay ciertas cosas que son mucho más importantes y que recordamos de una forma muy vívida y sentimos que realmente nos han cambiado. Quizás una relación, o una noche con alguien, o una primera cita. Cualquier cosa.
Y el problema es que intentamos revivir esos momentos sin darnos cuenta de que nuestro recuerdo de los eventos en sí es muchísimo mejor que lo que en realidad fue y que por supuesto cualquier intento de repetirlo.
Es como las secuelas o los remakes de las películas: nunca van a ser lo mismo.
De modo que no sólo idealizamos esos recuerdos sino que queremos volver a ellos, haciéndonos repetir destinos de viajes o momentos íntimos con alguien. Y ante la imposibilidad de cualquier tipo de realidad o “remake” de estar a la altura de nuestras expectativas, lo que tenemos es una frustración y decepción aseguradas.
Si no dejamos que los recuerdos no sean más que eso, recuerdos, vamos a ser incapaces de disfrutar del presente y los momentos que llegan a nuestra vida para continuar cambiándonos.
Lo que pasó, sucedió para que avanzaras y te transformaras en la persona que eres ahora, pero aquello fue algo orquestado para tu antiguo yo, no para el actual.
Deja que el pasado sea pasado para poder estar atent@ a todo lo que puede ser tu futuro.
¿A ti también te ha pasado que has intentado revivir alguna situación y te has llevado una decepción? ¡Cuéntamelo en un comentario!
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